El ayuno terapéutico
El problema de la sobrealimentación
Gran parte de la población mundial sufre hambre mientras otra padece enfermedades provocadas por la sobrealimentación. Estamos en un momento crucial en el que, además de los problemas de sobrepeso y obesidad, la población sufre un gran problema de desnutrición asociada a la mala calidad de los alimentos, cultivados en tierras sobreexplotadas y carentes de micronutrientes esenciales. Se busca la eficiencia en la obtención de recursos alimentarios, sin importar demasiado la calidad de los productos. No da tempo a una adecuada rotación de los cultivos para evitar que los suelos se agoten. Se utilizan insecticidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes, etc. Todo lo que haga falta para optimizar el rendimiento y la apariencia del producto final. Sin embargo, no nos damos cuenta de que todo eso pasa posteriormente a nuestro organismo, como consumidores finales.
Esto, asociado a la manipulación alimentaria, no sólo ha hecho que durante los procesos de refinamiento industrial se pierda la mayoría de los micronutrientes necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, sino que, además, se abastezca el supermercado de alimentos saturados de aditivos como conservantes, colorantes, potenciadores del sabor, etc.
A esto hay que sumar los medicamentos que consumimos de forma crónica, o los cosméticos que, aunque sea en mínimas cantidades, contienen tóxicos (como el amoniaco de los tintes de pelo, el plomo de las barras de labios o el aluminio de los desodorantes) y provocan bioacumulación de metales pesados. Y, por supuesto, los tóxicos medioambientales a los que estamos expuestos de forma indirecta por la polución o los productos de limpieza, entre otros.
Todas estas sustancias terminan adentrándose en nuestro organismo depositándose principalmente en los tejidos grasos pudiendo ocasionar disrupciones en nuestro sistema endocrino, o patologías metabólicas, cardíacas, renales, hepáticas, intestinales, reumatológicas, autoinmunes o incluso tumores.
Nuestro organismo posee la capacidad natural de neutralizar y eliminar esas toxinas a través de reacciones físicas y químicas haciéndolas menos tóxicas y volviéndolas hidrosolubles para favorecer su eliminación. Tenemos grandes órganos detoxificadores, como el hígado, el intestino, los pulmones, los riñones o la piel, pero ante un exceso de toxinas, es posible que no se pueda realizar esta función de una forma adecuada.
Fases del ayuno
Fase 1. En esta fase se utilizan todas las reservas de glucosa del organismo, tanto circulante como en forma de depósitos de glucógeno en hígado y músculos. Puede durar alrededor de 24-48 horas, después entramos en hipoglucemia, lo que activa el proceso metabólico que da lugar a la segunda fase.
Fase 2. El organismo empieza a utilizar las reservas lipídicas. El propio mecanismo de la hipoglucemia es el responsable de activar el metabolismo de las grasas. Éstas son la principal reserva de energías del organismo, formando del 12 al 20% del total de su peso. Se segregan hormonas como la ACTH, STH o la TSH, que tendrán una acción lipolítica en este momento del ayuno. Puede durar aproximadamente entre 30-40 días. Consume ácidos grasos principalmente. Se pueden consumir proteínas, pero será durante pocos días y decrece su consumo conforme avanza el ayuno. Los triglicéridos del tejido adiposo son catabolizados en forma constante, liberando ácidos grasos al plasma.
Fase 3. Es el fin del ayuno. Empiezan a consumirse proteínas imprescindibles y se instaura lo que conocemos como inanición. Es el momento de abandonar el ayuno porque se han terminado prácticamente todas las reservas del organismo.
El ayuno es una herramienta muy interesante a nivel terapéutico, pero debe realizarse bajo un asesoramiento adecuado, ya que no está indicado para todo el mundo, ni se debe entrar y salir sin una preparación adecuada. Se recomienda realizarlo siempre bajo supervisión médica y asesoramiento por profesionales expertos en ayuno.
Beneficios del ayuno
Depuración y detoxificación del organismo
El aparato digestivo se va limpiando, se eliminan los restos de alimentos descompuestos del intestino y desaparecen los procesos de fermentación y putrefacción, y con ellos las bacterias patógenas que se alimentan de estos restos alimenticios. Los órganos de eliminación empiezan a depurar desechos y toxinas, ya que utilizan toda su energía en este proceso. Aprovechan para fomentar procesos de limpieza, regeneración y autocuración.
Longevidad y envejecimiento
Diferentes estudios demuestran la relación entre ayuno y dietas hipocalóricas, con el alargamiento de la vida sobre todo en animales. Problemas metabólicos Hipertensión arterial, dislipemias, hiperglucemia (diabetes no insulinodependientes), poliglobulia, hiperuricemia, obesidad (durante el ayuno se pierden alrededor de 500 gramos por día). El ayuno provoca una disminución de la producción de leptina, proteína que además de regular el peso corporal, dirige la actividad de las células T y la generación de citocinas proinflamatorias.
Problemas cardíacos
Siempre que se cuente con supervisión médica, el ayuno puede ser un método seguro para controlar alteraciones obstructivas coronarias, hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares. Algunos autores incluso hablan del posible efecto repermeabilizador de las arterias coronarias y regresión de la arterioesclerosis, disminuyendo el riesgo cardiovascular.
También se ha observado un efecto digitálico del ayuno, actuando como cardiotónico en insuficiencia cardíaca, aunque ha de realizarse bajo estricta supervisión médica.
Infecciones agudas
El ayuno favorece la capacidad reactiva del organismo. Inhibe la diseminación y el crecimiento viral y favorece la destrucción bacteriana. Se producen absorciones de abscesos, derrames, depósitos y tumoraciones. Se produce una autolisis o autofagia de todas las sustancias perjudiciales almacenadas.
Problemas reumáticos y traumatológicos
Artritis reumatoide, enfermedades articulares inflamatorias y degenerativas. El ayuno total durante pocos días reduce significativamente el dolor, la rigidez matutina y la tumefacción articular, en pacientes con artritis reumatoide. En caso de fracturas el ayuno favorece la consolidación del hueso.
Problemas dermatológicos
Indicado en dermatitis, psoriasis, neurodermitis e incluso urticarias rebeldes. El ayuno tiene un efecto tanto antinflamatorio como antiespasmódico.
Problemas gastrointestinales
Mejora en general todo tipo de enfermedades digestivas, como las epigastralgias, gastritis agudas y crónicas, síndrome de intestino irritable, sensibilidades alimentarias, etc., ya que el ayuno proporciona el mayor descanso para el aparato digestivo. Pero habrá que prestar especial atención a pacientes con enfermedades inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, o las úlceras gastroduodenales, pues pueden empeorar sus síntomas y estar contraindicado el ayuno.
Problemas varios
Migrañas, alergias, rinitis, epilepsias refractarias, glaucoma o el tabaquismo, ya que el ayuno favorece el rechazo por el tabaco al aumentar los niveles de nicotina en saliva y sangre, así como sus efectos adversos.
Cáncer
Se ha comprobado que la restricción calórica ayuda a detener el crecimiento de los tumores en animales. En experimentos con ratones, los investigadores encontraron que un ciclo de ayuno antes de la quimioterapia protegía a los animales contra los efectos secundarios tóxicos del tratamiento. E incluso sin el tratamiento de quimioterapia, observaron que los ciclos de ayuno de dos días lograron detener la progresión de los tumores en varios tipos de cáncer.
El ayuno es un proceso natural, pero hay que conocer y entender sus síntomas. Salvo si es una persona sin antecedentes de patologías graves, se puede realizar un ayuno corto de pocos días por su cuenta, aunque incluso en estos casos es recomendable mantener contacto con un experto.
Si se trata de un paciente con patologías previas o polimedicado, se debe ayunar bajo vigilancia y no se debe interrumpir la medicación sin consultar con un médico. Será imprescindible un asesoramiento y control adecuados de los síntomas y de la evolución del paciente. También existen circunstancias en las que no está indicado un ayuno completo, pero se pueden recomendar ayunos intermitentes o dietas suaves que favorezcan los procesos de eliminación, a base de zumos de frutas y hortalizas, crudos, ensaladas, etc. El asesoramiento por parte de un equipo médico y nutricionista será conveniente.
La entrada y la salida del ayuno también debe realizarse bajo supervisión. Habrá que seguir unas pautas dietéticas adecuadas antes de empezar el ayuno y posteriormente para comenzar la realimentación, ya que hay que adaptarse a las nuevas condiciones del organismo y facilitar su readaptación de la forma más favorable. Si no preparamos bien la entrada podemos tener molestias durante el ayuno, y si salimos mal, podríamos perder los beneficios obtenidos.
Estar acompañado y sentirse protegido durante este proceso, dará la tranquilidad y la confianza suficientes para seguir el ayuno sin miedo. Un asesoramiento adecuado será clave para evaluar la intensidad de estos síntomas y tratarlos de la forma más suave y natural, o indicar una salida del ayuno en caso de necesidad. El asesoramiento médico y los cuidados de enfermería serán la clave del éxito en esta fase más complicada del ayuno. Cortaremos el ayuno cuando los síntomas de eliminación hayan finalizado o hayamos encontrado unos beneficios claros. La salida del ayuno debe realizarse de forma gradual introduciendo poco a poco más alimentos, preferentemente de origen vegetal y ecológico.
Los síntomas más frecuentes durante el ayuno son los dolores de cabeza, malestar gástrico, náuseas o vómitos, estreñimiento, mareos, debilidad o irritabilidad, síntomas pasajeros que desparecen en un corto período de tiempo. Se pueden recomendar ciertas infusiones, enemas, sueroterapias o tratamientos homeopáticos para controlar estos síntomas. La homeopatía ayuda a la eliminación de tóxicos y también a iniciar y finalizar el ayuno de una forma más cómoda. Se recomienda que la persona que vaya a ayunar esté informada acerca de los síntomas que pueden aparecer durante el proceso, y que se ponga en manos de un experto que pueda supervisar y controlar cualquiera de los síntomas que pueden ir apareciendo. Esto garantiza un estado de tranquilidad, confianza y seguridad en el paciente, que permitirá una mayor adherencia al tratamiento y mejor tolerancia a los efectos colaterales del ayuno, de tal forma que saque de este proceso una experiencia positiva y llena de salud.
La experiencia del ayuno no sólo servirá para dar un descanso a nuestro cuerpo, sino también a nuestra mente y a nuestro espíritu. Durante el ayuno se produce una potenciación de las percepciones sensoriales y una mayor claridad mental. Es una oportunidad para recuperar sabores, olores y sensaciones; para replantearnos una nueva concepción del hambre, los alimentos, su valor y necesidad; para replantearnos nuestra relación con la comida y todas las emociones que se esconden detrás de ella.
De esta forma, haremos del ayuno una experiencia única y transformadora, integrando sus beneficios de forma holística y equilibrando de una forma consciente y responsable, cuerpo, mente y espíritu.
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