OMEGA 3
El magnesio es un mineral esencial y cofactor para cientos de enzimas. Está involucrado en más de 300 reacciones bioquímicas en nuestro organismo, por lo que participa en un amplio espectro de funciones vitales de nuestra fisiología. Sin embargo, la importancia de la hipomagnesemia y la necesidad de su tratamiento son poco reconocidas y subestimadas en la práctica clínica por multitud de profesionales sanitarios.
En mi opinión, el escaso interés en la hipomagnesemia puede deberse a que sólo lo relacionamos con síntesis si las concentraciones plasmáticas alcanzan niveles muy bajos, y sin embargo, tenemos que tener en cuenta que sólo 1% del magnesio se encuentra circulando en sangre , por lo que pueden existir multitud de síntomas debidos a la baja concentración de magnesio a nivel celular y que nos afectan a nivel cardiovascular, neuromusc, metabólico, enzimático, tiroideo, inmunitario, detoxificador, mitocondrial y producción de energía… pudiendo provocar síntomas incluso ansioso depresivos, cansancio o dificultad para la activación de la vitamina D.
Y no, no es que sea una loca del glúten, es que me muero de pena cada vez que veo la iatrogenia que provocamos en nuestros pacientes cuando les decimos “No, usted NO es celíaco, coma de todo sin problema que éso del glúten es una moda tonta” simplemente tras una serología negativa, y veo la cantidad de patologías que se podían haber evitado innecesariamente…
El problema es que nuestra alimentación es deficitaria en este mineral debido al empobrecimiento de los terrenos de cultivo, que las fuentes naturales están muy contaminadas por metales pesados (bioacumulación en los pescados azules), por lo que su suplementación es prácticamente obligatoria. Por lo tanto elige siempre magnesio asociado a sales que se absorban bien y faciliten su biodisponibilidad (como el glicinato, bisglicinato o cloruro) salvo que busques efectos laxantes y entonces te interesen más las sales tipo carbonato, citrato o sulfato).
El uso de suplementos de magnesio se debe tener en cuenta para el tratamiento de diversas afecciones, como hipertensión, enfermedad cardiovascular, sensibilidad a la insulina, diabetes mellitus tipo 2, asma, preeclampsia y dolor, entre otros.
¿Pero qué es el omega 3?
Los OMEGA 3 son ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, tienen efectos beneficiosos sobre el endotelio vascular, los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, propiedades antiinflamatorias y antiarrítmicas, lo que los convierte en grandes aliados de la salud cardiovascular, de la función cerebral y visual.
Pueden ser de tres clases:
Ácido alfa linolénico (ALA). Se encuentra en las semillas que dan lugar a los aceites vegetales mencionados.
Ácido eicosapentaenoico (EPA). Presente en el pescado azul y la leche materna.
Ácido docosahexaenoico (DHA). Se encuentra en algunas variedades de pescado azul y en ciertas algas.
Al ser un elemento esencial para el organismo y no ser sintetizado por él mismo, es fundamental que nuestra dieta sea rica en Omega 3 o que nos suplementamos. Para ello, recomiendo suplementos de alta calidad que eviten su deterioro y desnaturalización, ya que son muy vulnerables al daño oxidativo.Necesitamos estas grasas para fortalecer las neuronas y para otras funciones importantes. Estos ácidos ayudan a mantener el cerebro y el corazón sano y protegido contra un accidente cerebrovascular.
Los ácidos grasos omega 3 deben su efecto antiinflamatorio a partir de la producción de sustancias llamadas protectinas y resolvinas que reducen los neutrófilos y disminuyen citoquinas proinflamatorias, entre otras cosas.Parece que la suplementación con omega 3 podría ser una buena opción para obtener los efectos benéficos, sin el riesgo de consumir sustancias dañinas encontradas en los pescados (mercurio, arsénico, cadmio…).
Muchas de las investigaciones científicas demuestran que el consumir ciertas dosis de estos ácidos grasos podría tener un efecto benéfico en enfermedades como lupus eritematoso, diabetes mellitus tipo 2, cáncer, arteriosclerosis, hiperlipidemia, síndrome metabólico o depresión, entre otras.
Yo misma en los últimos 10 años he dedicado parte de mi labor profesional a la docencia y difusión de temas de Salud que he ido descubriendo y entendiendo su relevancia, no sólo para mantener una buena salud, sino también incluso para mejorar ciertas patologías o incluso eliminar síntomas que como médico convencional y con mi formación académica, sólo había aprendido a abordar con fármacos.
Para mí fue revelador el día que entendí que nuestro organismo tiene una capacidad increíble de regenerarse, recuperarse, reequilibrarse, y que a veces, lo único que le necesita es que le quitemos tantos obstáculos como estamos acostumbrados a darle en nuestro estilo de vida occidental, tan estresados, tan contaminados, con una alimentación tan carente de nutrientes, tan inflamados y desconectados de la naturaleza y de nuestra esencia vital.
He visto cambios en la evolución de mis pacientes increíbles, haciendo cambios en sus hábitos de vida, y apoyando con ciertos nutrientes que nuestro organismo necesita para realizar sus funciones y reparaciones de forma óptima. Por éso he realizado tantas conferencias, charlas, cursos, clases y ponencias hablando, entre otras cosas, del Magnesio, del Omega 3, de la VitD, de los probióticos, de la microbiota, de los tóxicos ambientales, de los ciclos circadianos, etc. Doy gracias a todas las personas, instituciones y laboratorios que han apostado por mí en esta faceta didáctica ha sido siempre un reto, pero me ha ayudado a profundizar más aún en cada uno de estos temas, que por desgracia, no conocía tan a fondo, ni siquiera siendo médico.
Por éso, creo que los médicos no debemos ser los que marquen pautas de nutrición, porque no tenemos mucha idea, por no decir ninguna, y así lo demostramos diciendo todavía hoy en día a muchos pacientes “puede comer igual que hasta ahora”, “deje de comer grasas”, o peor aún, consintiendo que en los hospitales se dé a un post infarto un café con leche y azúcar, y unas galletas o magdalena para desayunar. ¡Ponerse en manos de un nutricionista actualizado, puede ser de las mejores intervenciones en salud que podamos hacer!
Bibliogr: Singer P et al. Intensive Care Med. 2008. https://www.scielo.cl/scielo.php? script=sci_arttext&pid=S0717-75182015000100012